El poder de las emociones.
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Cuando estés cansado, cuando sientas que has
perdido las fuerzas, cuando no sepas como seguir adelante, detente. No
sigas avanzando sin oír a tu cuerpo, tu palabras y tus emociones.
Detente. Observa. Intenta interpretar lo que sientes desde otro lugar.
Síentate
en una silla cómoda, escucha aquella música que calma tu ansiedad.
Disfrútala, deja que se meta en lo más profundo de tu alma. Cierra tus
ojos y abre tu corazón.
Trae a tu mente esos recuerdos que están
guardados en algún lugar de tu cerebro. Él solo guarda lo que lo ha
emocionado, de manera positiva o negativa. El resto lo olvida.
Si
notas que momentos tristes de tu vida intentan tomar el control de tus
pensamientos... ¡Elimínalos inmediatamente! ¿Cómo? Reemplazándolos por
esos bellos momentos que seguro tienes.
Cuando hayas logrado esa
paz que te da regocijarte con los recuerdos más lindos, y puedas ir
acumulando varios de ellos en tu mente, detente. Congela tu pensamiento
en una imagen, aquella que más te guste. Quédate con ella y obsérvala
detenidamente, sonrie. Abrázala en tu corazón.
Hazla tuya definitivamente.
Ahora
nota lo que ha pasado con tu cuerpo. ¿Te sientes igual que antes de
comenzar? ¿Si algo ha cambiado, que fue? ¿En que parte de tu cuerpo lo
sientes? ¿Puedes tener ahora otra mirada sobre lo que te preocupa? ¿Qué
pasaría si la imagen que has elegido la tuvieras siempre presente cuando
te asalte el sufrimiento?. ¿Qué pasaría si vieras con el corazón...?